miércoles, 13 de julio de 2011

Hablemos de Capacitación


Capacitar en el estricto sentido de la palabra, significa, hacer capaz a una persona para que realice algo.

¿A quién le interesa ese hacerlo capaz?, la respuesta debería ser que al individuo que la recibe, pero desgraciadamente no es así, es a la empresa donde trabaja la persona a quien le interesa esa capacitación. Esto hace que la capacitación, se convierta en algo externo de quién la recibe, con la poca incidencia que trae consigo.

Hace poco tiempo un amigo entusiasta, se encontraba comprando un equipo de multimedia en USA y conjuntamente con este equipo una serie de periféricos para su computadora. El vendedor le comentó de los requerimientos básicos para el equipo y descubrió que tenía una computadora 386, con muy poca memoria, le dijeron que mientras no cambiara el microprocesador, el equipo no le serviría. Reflexionando un poco, se ve que esto sucede con muchas empresas con la capacitación, mientras no se “cambie el microprocesador” o sea la forma de actuar de los individuos, el dinero que se invierte en capacitar cae en saco roto.

Es necesario que los individuos se planteen primero sus por qués y los cómos llegarán por añadidura. ¿De que sirve invertir en un curso de “relaciones humanas” (¿Es que hay otras?), O de cómo influir en los demás, o de Windows 95, o de ISO 9000, si la persona aún no descubre la razón de su existencia y por ende de su trabajo?

Quizá valga la pena redescubrir con nuestros colaboradores que el trabajo es parte de la vida y no la vida misma. «Ayuda a un hombre a manejar su vida y necesariamente manejará su trabajo».


Formar vs. Capacitar


Damos por obvio que nuestra gente ha encontrado las respuestas de su vida y que tiene ideales nobles y que es maduro porque tiene cierta edad y la realidad es muy, pero muy distinta. Hay una inmensa mayoría que requiere que se le descubra lo que vale porque aún no lo sabe.

Formar significa dar forma, que en este caso se podría interpretar como dar más ser al ser humano, ayudarle a encontrar horizontes que el escoja recorrer. Plantear las cosas de una manera más intelectual y menos sentimental para que realmente tengan incidencia en el individuo. Y la tiene porque el primer beneficiado es él mismo

Viene a cuento aquella anécdota del doctor, que un día a mediodía en el pueblo en el que hacía su servicio social, le preguntó al chiquillo que le hacía el aseo en el consultorio: ¿Qué harías si fueras rico?, y una vez que le explicó lo que ser rico significaba, pues el chaval no lo sabía, le contestó el chiquillo: - ¡Me comería cada plato de frijoles con sopa!. Al chico le faltaban elementos para escoger mejor, ese plato de frijoles con sopa era lo más a lo que podía ambicionar. La ambición es motivante, pero también, a veces, es necesario replantear horizontes más profundos a nuestros colaboradores para que valga la pena el moverse, que a final de cuentas es el cambiar actitudes.


Dinero y capacitación


Mientras no aceptemos que no basta tener las mejores máquinas y equipo sino que lo más importante está en las actitudes de los que están detrás de ellas, y por lo tanto no se invierta en formarlos, seguiremos desperdiciando recursos y nos seguiremos haciendo más escépticos a la capacitación.

Terminamos parafraseando a Nietzsche: «Quien tiene algo por qué vivir (formación), es capaz de soportar y encontrar cualquier cómo (Capacitación)»

Por: José Luis Castañeda Lerma

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"Lo que diferencia a una empresa que tiene éxito de otra que no lo tiene son, ante todos, sus recursos humanos".
-Anónimo-