lunes, 27 de septiembre de 2010

HUMOR LABORAL: Estar bien informado!!!


Un cura va conduciendo cuando ve una monja parada a un lado de la carretera esperando el autobús. El cura se detiene y le ofrece llevarla hasta el pueblo más próximo. La monja acepta y pone el equipaje en el asiento trasero. Al sentarse, su hábito se abre un poco y deja ver una hermosa pierna.

Cuando el cura lo advierte casi ocurre un accidente, consigue controlar el coche aunque no resiste la tentación y pone la mano en la pierna de ella.

La monja mira al cura y le dice: -Padre, recuerde el Salmo 129.

El cura retira rápidamente su mano y pide disculpas, pero sus ojos se resisten a dejar de mirar la pierna, por lo que, poco después, su mano salta de la palanca del cambio esta vez a la rodilla de la monja: - Padre, recuerde el salmo 129 - reitera la monja.

El cura, contrariado, retira la mano y trata de disculparse: - La carne es débil, hermana...

Llegan a su destino y ella mira al cura significativamente y le agradece el favor de haberla acercado a su destino. El cura prosigue su viaje y cuando llega a su destino corre a ver lo que dice el salmo 129.

Salmo 129: "Sigue adelante e inténtalo. Alcanzarás la gloria".

Conclusión: Esté informado al máximo sobre temas relacionados con su trabajo o se expone a perder grandes oportunidades.

Fuente: http://www.sht.com.ar/archivo/humor/lecciones.htm

Gerentes ineptos: ¿reconoce alguno en su empresa?


Nota del autor: Respetando el estilo con el que suelo escribir mis artículos, en el contenido del siguiente trabajo se hablará del autor en tercera persona aun cuanto las reflexiones y propuestas aquí planteadas son de mi autoría y del producto de mis investigaciones en las ciencias administrativas.

Después de varios años de interactuar con personal base, de coordinación, supervisión y algunos niveles de gerencia, es imposible ignorar uno de los secretos más conocidos de la administración contemporánea: poco más del 80 por ciento del personal considera estar bajo la supervisión de un gerente inepto. O lo que es peor, pareciera ser un requisito indispensable para gerenciar, en ciertas y determinadas empresas, no saber absolutamente nada del negocio, de administración y de aspectos elementales del trato con el personal, para ocupar un cargo de tanta relevancia.

Se debe entender por ineptitud la carencia de aptitud para una cosa, la inhabilidad e incompetencia, e incluso la muestra de necedad o incapacidad para un algo en particular.

Se es un gerente inepto cuando se es incapaz de aceptar sus limitaciones (pero puede saber que las tiene), de generar un ambiente grato e inspirador en el escenario laboral y cuando, de manera consciente o no, se induce a los subordinados a experimentar un sentimiento de rechazo o desaprobación.

Con esta expresión no se pretende ofender a nadie, se trata de una realidad a la que cualquier persona se expone, pues la falta de capacidad puede ser debidamente detectada y corregida en la mayoría de los casos.

Resulta muy difícil tratar este tema sin caer en la subjetividad. De hecho sería contradictorio no hacerlo porque tales afirmaciones provienen de la percepción del gerente por parte de sus subordinados y, por supuesto, la percepción no es objetiva.

Sentenciar a un gerente de inepto depende de muchos factores, pero en algunos casos tales afirmaciones parecieran tener sentido, situaciones donde resulta evidente la ausencia de conocimientos prácticos e incluso teóricos de personas que poseen la responsabilidad de dirigir una unidad de negocios, las cuales, con una habilidad asombrosa, hacen uso del manejo de la operación que presenta el equipo que supervisan.

Son situaciones claras y evidentes para quienes las viven y experimentan, pero (de una manera incomprensible) no para el resto del personal que labora en la empresa, y en especial para la alta gerencia.

Parece suficiente preguntar a cualquier persona y observar que ocho de cada diez tienen quejas de la manera en que son gerenciadas, y la misma relación se repite al preguntarles si su supervisor conoce lo suficiente del negocio o del trabajo que ellos realizan. Claro, con relación a la segunda opción, esta proporción no aplica en cadenas de comida rápida ni en franquicias donde el requisito fundamental es conocer suficientemente bien todo el proceso, pero no pareciera haber la misma tendencia, en este tipo de empresas, cuando se indaga sobre la primera opción.

No es un secreto: los empleados se quejan en los momentos en que sienten que el supervisor no puede escucharlos. Lo hacen de manera clandestina en los baños, escaleras, comedores o en cualquier espacio que les proporcione cierta seguridad para expresar de manera abierta y sin censura lo que opinan de su superior. Las quejas van desde simples contradicciones hasta el efecto psicológico que genera saber que se está siendo gerenciado por una persona que no posee las competencias mínimas para hacerlo y que, en ciertas ocasiones, están por debajo de sus supervisados.

Basado en las expresiones de los empleados que experimentan este tipo de situaciones (sin importar su nivel de reporte), donde el gerente parece ser una clase de ejemplo ambulante de ineptitud, carente de esa capacidad gerencial inspiradora y modeladora propia de quienes deben ser líderes; se pueden listar algunas de las razones por las cuales tales características pasan inadvertidas ante la alta gerencia. Estas son:

* Se les valora porque son personas con una relación longeva en la empresa: el tiempo de permanencia en un mismo cargo hace suponer que lo manejan y conocen a plenitud, y más aún si la operación fluye sin errores importantes, o los mismos no son del conocimiento de los superiores.

* No se les evalúa con objetividad porque están relacionados con el dueño o personas influyentes de la empresa: son parientes, allegados o amigos de alguna persona de peso en la organización, recomendados y vendidos como “buenos profesionales”, o son individuos a quienes se le deben favores o existe alguna deuda “moral”, sentimental, política o de cualquier otra índole que obliga a mantenerlos en esos cargos. Usualmente ostentan algún tipo de experiencia que supone la asimilación de las operaciones por contraste.

* Se les considera importante porque son personas con títulos y reconocimientos de envergadura: poseen, en teoría, todo lo que se requiere para manejar una operación con éxito, sus logros académicos los anteceden y por lo tanto se da por descontada la experiencia. A veces esta situación tan sólo se presume, pues no hay evidencia de la titulación.

* Se pierde la oportunidad de cuestionarlos porque son individuos con una importante habilidad de palabra: su increíble capacidad para convencer a la audiencia en situaciones de dudas o conflictos y el apropiado manejo de la información, aun cuando ni ellos mismos la comprendan, hace suponer un nivel de involucramiento propio de los gerentes aptos.

* Su superior es tanto o más inepto que él: cuando el desconocimiento de la operación, el negocio o cualquier elemento práctico o teórico está ausente en los niveles de reporte, es mucho más difícil identificar la existencia de la ineptitud, pues no existen fundamentos para oponerse a los planteamientos o acciones que se presenten.

La existencia de gerentes ineptos es una realidad, los hay por doquier, y en la mayoría de los casos muestran las mismas características. Algunas de ellas son:

* Confunden la acción de gerenciar con la de gobernar: un gerente capaz se involucra en la operación y busca la manera de facilitar el proceso haciendo uso del trabajo en equipo, en cambio el gerente inepto sólo exige soluciones desde su despacho estableciendo tiempos y especificando el contenido de los resultados sin tener la más mínima idea de lo que pide.

* Siempre se muestran ocupados y carentes de tiempo: un buen gerente organiza y administra el tiempo, establece prioridades y sabe que no todo es urgente. Comprende y valora las necesidades de su equipo y está consciente de la curva del agotamiento mental y físico del personal y de la propia. Para un gerente inepto se requieren días de treinta y seis horas, todo es urgente y “para ayer”, le coloca a todos los procesos el mismo sentido de prioridad y se justifica señalando que “así es la empresa”, exige el triple de esfuerzo a su personal, los obliga a trabajar sin reparar en el tiempo, pero cuando tiene un compromiso fuera del ambiente laboral no duda en retirarse.

* Se muestran seguros ante su personal pero nerviosos ante sus supervisores: un gerente apto conoce al detalle su operación y es capaz de defender sus alegatos y posiciones con explicaciones sólidas e irrefutables. En cambio, un gerente inepto grita y vocifera ante sus subordinados, haciendo uso del poder que le confiere la posición, pero duda, vacila o calla ante el cuestionamiento que le realice cualquier superior.

* No delegan funciones, dependen de su gente: los buenos gerentes conocen la operación. Por lo tanto, ante una situación inesperada, son capaces de tomar las riendas de cualquier parte del proceso para que éste no se detenga. Los gerentes ineptos se dedican a justifican la ausencia de buenos resultados en situaciones donde el personal que han asignado para una tarea en particular no asiste a sus labores. No sabe cómo mantener el flujo del proceso y depende de su personal para que el mismo se mantenga.

* Sufren del “Síndrome de Anát”: los buenos gerentes se preocupan por buscar soluciones ingeniosas a los problemas de su área, están abiertos a escuchar a su personal y reconocen públicamente la autoría de los aportes que estos hagan a su gestión. Un gerente inepto vende las ideas que su personal le ha sugerido como suyas. En algunos casos pide que le envíen la propuesta o el desarrollo de un trabajo en formato electrónico y, tras algunas pequeñas modificaciones, las presenta a sus superiores como si fueran el resultado de su esfuerzo.

* Son aduladores, serviles y exhibicionistas con sus jefes: un gerente apto no necesita promocionarse dentro de la empresa: la calidad de sus resultados y el buen ambiente que produce su gestión son elementos suficientemente importantes para ser valorado y considerado por quienes lo supervisan. Pero en el caso de los gerentes ineptos no ocurre lo mismo: siempre andan haciendo eco de lo que realizan, resaltando sólo aquello que consideran valioso ante los ojos de sus jefes, a quienes atienden y complacen de una manera servil y poco ética, sin importar la imagen que se forjen ante sus subordinados. Frente a sus superiores se muestran incansables y dedicados, manifestando que si no fuera por su “estilo gerencial” la operación no sería un éxito, obviando por completo el esfuerzo de su equipo de trabajo.

* Sufren del “Síndrome de Cronos”: un gerente capaz buscará la manera de hacer crecer a su gente, en cambio un gerente inepto siempre estará en la búsqueda de limitaciones para evitar que su personal lo alcance.

* Para ellos siempre hay una crisis: los buenos gerentes buscan el equilibrio entre la empresa y su personal, saben que sólo así se logran cosechar buenos frutos. Los gerentes ineptos, de manera constante y repetitiva, dicen a su personal que las cosas van de mal en peor y por lo tanto han de aceptar las condiciones que él les imponga en el ambiente laboral, pues de lo contrario estarían arriesgando sus empleos. Para ellos siempre hay una crisis que requiere de atención y cuidado, siendo ellos los únicos capaces de sortearla.

* Es necio y obstinado: Un gerente apto maneja el estrés y la inteligencia emocional, escucha recomendaciones y promueve la creatividad y la innovación, en tanto que un gerente inepto constantemente se muestra estresado y malhumorado, se empeña en que las cosas deben hacerse como él lo dice y especifica el más mínimo de los detalles, aun cuando lo que desea expresar no se vea reflejado en sus demandas. Suele emplear expresiones tales como “trate de no ser creativo”.

Cabe destacar que lo expuesto anteriormente no se cumple en todos los casos, existen gerentes ineptos cuya tipología es única y particular, siendo casi imposible encuadrarlos en características similares a las comentadas, pero cuyo impacto en el personal genera la misma clasificación de ineptitud.

Ahora bien, y esto es quizás lo más importante, un gerente puede ser inepto para algunas cosas pero mostrar una habilidad única y extraordinaria para otras, pues de lo contrario sería tan evidente su carencia de aptitudes que no duraría el tiempo suficiente en la empresa para poder clasificarlos. Los gerentes ineptos suelen ser muy hábiles en la palabra, en el montaje de escenarios que los favorezcan, en dar una buena impresión a las personas que los desconocen o no son de su área e, incluso, en parecer verdaderas lumbreras en el campo administrativo. Estudian y ordenan las expectativas que sus superiores poseen de ellos y se las ingenian para quedar bien frente a ellos, sin importar el costo en el capital humano que ello genere. En la mayoría de los casos conocen sus limitaciones, aunque no las acepten, por lo que se valen de artilugios para alinearse con las personas que pueden ofrecerles soluciones o ideas que posteriormente mostrarán como el fruto de su experiencia y sus reflexiones.

¿Cómo afecta al personal la presencia de gerentes ineptos? Puede decirse que de muchas formas, pero las principales son las siguientes:

* Generan sentimientos de frustración: cuando un empleado descubre que su experiencia y su nivel académico están por encina de su supervisor, no tarda en experimentar un profundo sentimiento de frustración. Esto ocurre debido a que el individuo se esfuerza en alcanzar títulos universitarios y experiencia en diferentes campos pensando que sólo así podrá crecer y ocupar cargos de importancia en las empresas, por lo que le resulta contradictorio un escenario donde él esté mejor preparado que su jefe. No obstante puede ocurrir que aun cuando el nivel académico los separe, sea la actitud y el estilo evidente del gerente lo que genere frustración, pues no se encuentra respuesta a la pregunta ¿cómo pudo llegar ese inepto a esa posición?

* Reduce la motivación: el individuo pierde la motivación cuando el escenario donde se desenvuelve es contrario a sus principios, valores y a los motivos que lo llevaron a ocupar una posición en él. Un principio básico es el que establece que las personas correctas deben estar en los lugares correctos, y éste se contradice cuando una persona que es incapaz de gerenciar posee esa responsabilidad.

* Produce pérdida del interés por el trabajo: es simple, si una persona inepta es capaz de ocupar un cargo de envergadura en la empresa, ¿para qué esforzarse?

No obstante, y como se ha comentado en trabajos anteriores, la presencia de gerentes ineptos puede ser de utilidad de acuerdo al tipo de persona que lo experimente. Esto se puede observar desde dos ángulos:

* Personas con orgullo implosivo: se dejarán consumir por los sentimientos de frustración, desmotivación y desinterés, dejando a un lado sus expectativas y sueños para aceptar sin reparos ser gerenciados por personas que carecen de la capacidad elemental para hacerlo. Se limitarán a expresar sus angustias, desacuerdos y opiniones en lugares seguros donde tales comentarios no lleguen a oídos de sus jefes para así garantizar su permanencia en el trabajo.

* Personas con orgullo explosivo: fortalecerán sus metas y objetivos para alcanzar sus sueños, lucharán por no dejarse arrastrar por sentimientos adversos que le impidan avanzar en su desarrollo, observarán la situación que experimentan como pasajera y se esforzarán por destacar y demostrar el manejo óptimo de la operación. Si no pueden hacerlo en el mismo escenario procurarán su participación en otro.

Quienes tienen la responsabilidad de dirigir una empresa deben mantener la objetividad al hacerlo y procurar la selección de personal realmente capacitado para ocupar cargos gerenciales. En algunos casos puede que funcione por algún tiempo la tenencia de gerentes ineptos al frente de una operación, pero tarde o temprano ello traerá consecuencias negativas a la organización, que pueden poner en riesgo su operatividad.

Es un hecho cierto que un buen número de empleados no renuncian a la empresa sino al gerente de su unidad, lo que debe ser un punto de reflexión para todo aquel que posee personal a su cargo y que sabe, de alguna manera, que no está en condiciones de gerenciarlo.

Lo anterior es una de las causas por las que hay fugas de cerebros y buenos empleados en las empresas, personas que deciden retirarse de organizaciones sólidas y prometedoras debido a la existencia de un gerente inepto al frente del área donde laboraban.

A veces lo que parece obvio puede ser simplemente una ilusión o la consecuencia de la acción de un paradigma que impide ver la realidad, por lo que se aconseja estar atento al estilo gerencial del personal que se posee en esos niveles y prestar atención al ambiente y a los índices de rotación de esas áreas, pues una empresa puede estar perdiendo talento humano por causa del ejercicio de un gerente inepto.

Félix Socorro
http://www.sht.com.ar/archivo/temas/ineptos.htm

Empleados ineptos: ¿también están presentes en su empresa?


Sí, así es, sin duda alguna, así como existen Gerentes Ineptos, también pululan en las empresas los Empleados Ineptos, y resultan incluso más comunes que los anteriores y son más desconcertantes las razones por las cuales aún se encuentran activos en las nóminas de las organizaciones.

Los empleados ineptos no son otra cosa que aquellos individuos, sin importar su lugar en la empresa, que no sólo hacen su trabajo a medias, con resultados de dudosa calidad, sino que atrasan o entorpecen el ejercicio profesional de los demás.

Todos saben quiénes son, pues son fáciles de identificar: ellos tienden a mostrar dos facetas inconfundibles: la primera de ellas es que se muestran al extremo ocupados, con escritorios repletos de papeles, notas, documentos y cuanta cosa que sugiera trabajo pendiente, aunado a expresiones que manifiestan la falta de tiempo y el exceso de cosas por hacer, o se encuentran involucrados en cuanto proyecto aparece, reuniones, visitas o actividades que lo alejan de las instalaciones de la empresa y que resultan la excusa perfecta para no terminar a tiempo sus asignaciones.

Por supuesto que existen variaciones y combinaciones diversas e interesantes que amplían de manera considerable las características propias de quienes pueden ser tildados como empleados ineptos.

Ahora bien, la ineptitud a la que se hace mención se refiere directamente a la ausencia de agregación de valor a los procesos administrativos y de producción de bienes y servicios de la empresa u organización donde están presentes estos individuos, y no a la capacidad o no que puedan tener ciertas personas en su ejercicio profesional.

Los empleados ineptos se las arreglan para parecer trabajadores comunes, incluso hay quienes invierten de doce a catorce horas en la faena diariamente, por lo que aquellos que no los han identificado aún los tildan de incansables y ejemplares. Pero quienes comparten con él o ellos de manera directa, logran observar sus deficiencias, fintas o excusas sin comprender por qué las empresas los mantienen activos.

Las razones pueden ser tan variadas como inverosímiles, y van desde la creencia, por parte de los responsables, de estar frente a una persona valiosa para la compañía, hasta los vínculos sociales, familiares e incluso políticos y económicos que “alguien” tiene con ellos.

Una de las explicaciones más comunes que se han obtenido durante un estudio que se llevó a cabo para establecer la realidad de este fenómeno, se sitúa en que “para algunas cosas este tipo de empleados resulta pertinente”; al ahondar en detalles pudo saberse que, entre ellas, sobresalen:

1. Son aduladores, no descartan participar en actividades diversas aunque al final terminen por hacer nada en ellas.

2. Debido a su personalidad conocen a muchas personas, por lo que sirven de enlace.

3. Aunque son ineptos suelen poseer tal agilidad mental para ciertas situaciones que coadyuvan a observar escenarios que no se han explorado.

4. Sirven de relleno cuando el caso lo requiere debido a que pretenden conocer el negocio mejor que sus auténticos fundadores… y la más descabellada de todas:

5. Son la excusa perfecta para justificar la ausencia de mejoras, basados en que sería injusto aumentar a otros y a ellos no.

Tales afirmaciones han sido expresadas por los responsables de empresas o de diferentes unidades, quienes están en perfecto conocimiento de la existencia de estos empleados en sus filas; aunque se repiten en diferentes escenarios, no significa que son características exclusivas de estos individuos; lo cierto es que resulta más incomprensible la existencia de empleados ineptos en las empresas que la de los ya mencionados gerentes ineptos.

No obstante y, para proporcionar algunos aspectos que faciliten su identificación más detallada, se listará lo siguiente:

• Son muy sociales y siempre tienen algo que decir, o son callados y distantes, quejándose de la empresa constantemente o en ocasiones.

• Siempre tienen una excusa inteligente que justifica de manera momentánea sus deficiencias o incumplimientos, usualmente asociadas a actividades relacionadas con el trabajo.

• Son los primeros en ofrecerse en labores que no le competen, pero que lo acercan a personas con niveles de decisión importante.

• Parecen saber lo que hacen o dicen, pero sus frases o productos son el resultado del parafraseo de opiniones, comentarios o trabajos ajenos… entre otras tantas.

Cuando en el pasado artículo hablé de los Gerentes Ineptos, no faltó quien de manera inmediata identificara a quienes encajaban, sino completamente, con un buen porcentaje de similitud, en la descripción que hice… ahora resultaría interesante observar a los que hicieron tal ejercicio, buscando concordancias nuevamente una vez leído este trabajo.

Por Félix Socorro

martes, 21 de septiembre de 2010

Las personas son lo más importante de nuestra organización y otras mentiras de RR.HH.

A veces tengo la sensación de “dejà vu”, que me repito, que nos repetimos y que no se ha avanzado nada, o muy poco. Recientemente Bill Taylor en la HBR nos recordaba el ya casi “mítico” número de Fast Company de hace cinco años: “¿Por qué odiamos a RR.HH.?”, donde se comentaba la frustración que sienten los propios directivos de RR.HH. por la falta de liderazgo de su función y cómo esta situación persiste. Y claro, porque esto no la hace siempre un área popular y creible.

En el quinto aniversario de la publicación de aquel análisis que dio mucho que hablar, surge otra vez la pregunta de por qué razón los CEO que en las cenas de Navidad con voz grave y solemne nos recuerdan aquello de que las personas son lo más importantes de las organizaciones, y después, diríase que por arte de magia, este mensaje desaparece. De por qué muchos tienen la extraña sensación de que las organizaciones se dedican a difundir mentiras organizativas compartidas sobre la gestión de personas “políticamente correctas”.

En el artículo de Fast Company se hablaba, además de la falta de liderazgo de la función, de la fustración que provocaba que las organizaciones no gestionasen bien el talento organizativo.

El elemento clave: líderes, “los tapados”
y otros “clásicos de la gestión del talento”

El tema clave de la gestión de RR.HH., y que provoca más fustraciones, es la gestión de talento, que traducido a un lenguaje conocido por todos significa:

* ¿Por qué suben los más incompetentes (a veces)?
* ¿Por qué los que más aportan no son tan valorados como los “más alineados”?
* ¿Por qué hay tanto talento oculto?
* ¿Por qué desaprovechamos el enorme talento de muchas personas?
* ¿Por qué permitimos que áreas organizativas enteras vivan “con enorme sufrimiento” y despilfarro porque los jefes no son auténticos líderes?

Lo cierto es que todos sabemos que si hacemos tres promociones, y una es inadecuada, sólo se hablará de la inadecuada, no se hablará de las otras dos. Y es que la exigencia en estos temas por parte de todos es elevadísima, ya que la “injusticia interna”, que tiene una enorme subjetividad, genera un extraordinario mal clima, y especialmente si esta injusticia se produce en la elección de posiciones elevadas, de personas que deben ejercer su liderazgo sobre otras.

Todos lo sabemos: no hay peor desatre para una organización, ni que genere más infelicidad e impacto financiero, que escoger a un líder que no sea adecuado para un área organizativa. El funcionamiento de los equipos, la colaboración, la cultura de la empresa, la satisfacción de los empleados, los resultados... todo depende de esta decisión. Efectivamente, es el aspecto clave de la gestión del talento.

Lo cierto es que cada vez pedimos a los “jefes” más características, competencias que algunos consideran sobrehumanas, una exigencia para algunos desproporcionada... pero desgraciamente estamos en un mundo con nuevas claves, pero donde la calidad directiva es la clave de la supervivencia empresarial.

Tres sencillos pasos para gestionar el telento

Solo son necesarios tres sencillas pautas: destapar el talento oculto, desarrollarlo y promocionarlo.

1. Destapar e inventariar el talento
: lo primero que debemos hacer es “inventariar” nuestro talento. Para ello, el input de los directivos es esto, “un input”, no podemos dejar en manos de una sóla persona o de dos, quizás con un conocimiento bajo de otras áreas organizativas, esta decisión. Además de que suele haber una elevada “implicación emocional” en este tipo de decisiones que debemos intentar filtrar.

Establecer dónde esta el talento, entendido de forma diversa (el talento no es sólo ser un buen jefe, puede ser ser un excelente técnico), y asegurarnos de que “no hay talento tapado”, exige tecnologías de evaluación sofisticadas, pero obligatorias: Management audit, Assesments, 360º, Development Center...

2. Desarrollar el talento de los potenciales:
exigimos demasiado a nuestros directivos y jefes de proyecto, les pedimos cada vez más, pero no les “educamos” en cómo hacerlo y en cómo puede gestionar la dificultad que exige tener esas competencias. En la universidad no lo enseñan, ni te lo suele enseñar tu jefe, nadie te dice cómo se pueden obtener hábitos enormemente complejos que, por otra parte, se consideran obligatorios.

Acompañemos a las personas que tienen potencial y no dejemos que sean exclusivamente sus errores y su experiencia la única fuente de aprendizaje. Aseguremos que aquellos que hemos considerado potenciales realmente lo son. Mentoring, programas de desarrollo interno o externo, etc.

3. Promocionar y acompañar a los mejores: el acto menos espóntaneo de una organización, el más planificado, debería ser gestionar a los directivos. Jack Welch, alguien que se ha considerado el paradigma de líder, el CEO de General Electric, decía que dedicaba 30% de su tiempo al desarrollo de otros directivos, y recomendaba hacer lo mismo. Reconozco que cuando he dicho esto en algún taller de liderazgo provocó risas.

Pero no podemos elevar extraordinariamente la exigencia a los directivos y pedirles que “inspiren”, que “creen sueños”, a la vez que consigan “cada día mejores resultados”, que “desarrollen nuevos líderes” y otras cosas casi imposibles, y esperar que hayan nacido así. Sin darles soporte ni desarrollo. Suena rídiculo, y esto sí que provoca risa (al menos a mí).

Sería injusto decir que no se ha avanzado nada, aunque para la mayoría aparentemente no se ha avanzado. Para muchos, estos “aparentemente” tres sencillos pasos serán enormemente complejos de llevar a cabo en sus organizaciones y probablemente tienen razón...

Bueno, de aquí a cinco años volveré a escribir otro artículo diciendo lo mismo que ya decimos desde hace más de una década, y recordaré por qué RR.HH. defrauda las expectativas de la personas en las organizaciones.

Recordaré por qué esta área genera tantas fustraciones. especialmente, y desgraciadamente entre sus propios directivos. Recordaré que algunos “aparentemente sencillos pasos” podían evitar buena parte de esta situación. Recordaré por qué en las organizaciones muchos piensan que los discursos humanistas sobre gestión de personas de los altos directivos son sólo eso, discursos, y por qué suena a otras mentiras de RR.HH. ¿Alguna idea de cómo cambiar la situación?

Por Virginio Gallardo Yebra

lunes, 20 de septiembre de 2010

Las 21 Leyes Irrefutables del Liderazgo


Una persona muy querida me regaló un libro estas navidades que he estado leyendo hasta hace poco. Se llama ?Las 21 Leyes Irrefutables del Liderazgo?, y está escrito por John C. Maxwell. El prólogo de ésta edición es de Stephen R. Covey, que se sitúa en el puesto número 16 de la Lista de Accenture de los 50 Gurús más Importantes del Management. Éstas son las leyes, aunque algunas opiniones, conclusiones y apostillas son propias. Gracias Vicky, por el regalo..

1. La ley del tope
- La capacidad de éxito y eficiencia de una persona nunca podrá ser superior a su capacidad de liderazgo. Cuando Steve Wozniak y Steve Jobs empezaron Apple, el primero era el verdadero cerebro, pero sólo alguien con el liderazgo de Jobs fue capaz de llevar a Apple al éxito por dos veces, segun el autor.

2. La ley de la influencia
- El liderazgo no lo da el poder, sino la credibilidad y la capacidad de influir en la gente. La madre Teresa de Calcuta no tenía ningún título, y sin embargo era escuchada y respetada por todos.

3. La ley del proceso (o de la constancia) - El liderazgo se desarrolla a diario, no llega de la noche a la mañana. Theodore Roosevelt era de pequeño un jóven débil, enfermizo y tímido. Tras muchos años de perseverancia entrenando su cuerpo y su mente, y tras un largo camino de duro trabajo hasta la presidencia, se convirtió en uno de los líderes más notables que Estados Unidos ha tenido.

4. La ley de la navegación (o de la preparación) - Cualquiera puede gobernar un barco, pero se necesita un líder que marque la ruta. La preparación y la previsión son esenciales. Dice Jack Welch, antiguo CEO de General Electric y famoso gurú de la estrategia ?Un buen líder se mantiene orientado. Controlar el rumbo es mejor que ser controlado por éste?.

5. La ley de la adición (o del compromiso) - Los líderes aportan su valía por medio del servicio a los demás. Un líder debe dar ejemplo y preocuparse por el bien de la empresa y de los empleados tanto como de sí mismo. Añado un ejemplo de cosecha propia: El presidente de City National Bank repartió su bonus de 60 millones de dólares entre 399 empleados y 72 antiguos empleados. El protagonista, Leonard Abess lo explicaba así: ?Conozco a algunas de estas personas desde que tenía siete años. No me sentía bien llevándome yo solo el dinero. Todas esas personas han permanecido conmigo a cambio de ninguna promesa y siempre pensé que algún día les sorprendería?.

6. La ley del terreno firme (o de la confianza) - La confianza es el fundamento del liderazgo, y es lo que mantiene una organización unida. Un líder debe siempre transmitir confianza. El general norteamericano Schwarzkopf señalaba que ?el liderazgo es una potente combinación de carácter y estrategia, pero si debe prescindir de uno de los dos prescinda de la estategia.?

7. La ley del respeto - Por naturaleza, la gente sigue a los líderes más fuertes. Michael Jordan se mostró firme en su deseo de jugar para un sólo entrenador: Phil Jackson, según Jordan el mejor. Un líder como Jordan quiere otro líder fuerte, según Maxwell.

8. La ley de la intuición - Los líderes evalúan las cosas con pasión de liderazgo. Cuando al general Schwarzkopf le ofrecieron el Primer Batallón de Sexta Infantería, uno de los peor reputados de los Estados Unidos de América, su moral era baja y su disciplina y capacidad en el campo era casi nula. El general hizo de su batallón uno de los mejores del ejército norteamericano.

Steve Jobs se encontró una situación similar cuando le volvieron a poner al frente de Apple, que sufría un estado financiero muy complicado. Cuando llegó, despidió a toda la junta excepto a dos de ellos y organizó una nueva junta. Despidió a la agencia de publicidad y puso a tres firmas a competir por su cuenta. Volvió a los fundamentos empresariales de Apple, enfocando sus productos en la diferenciación, y prescindiendo de aquellas áreas de negocio que no eran esenciales. Pero también hizo lo impensable: aliarse con su mayor rival, Bill Gates, para triunfar.

Un auténtico lider es capaz de interpretar el contexto para tomar decisiones resolutivas.

9. La ley del magnetismo - En un círculo profesional o personal se atrae a quien es como uno mismo. Los mejores atraen a los mejores. Otro ejemplo de cosecha propia, a las pocas semanas de llegar a la presidencia, Obama recibió más de 300.000 currículums para trabajar con él. Bush sólo recibió 44.000 durante su mandato.

10. La ley de la conexión
- Los líderes han de llegar al corazón antes de pedir la mano. Antes del 11 de Septiembre, los sondeos daban unos pésimos resultados de popularidad a George W. Bush. Tras los atentados, el entonces presidente, estuvo todo el tiempo cerca de las víctimas y mostró su cercanía a la gente. Estuvo inspeccionando el terreno y apoyando a los bomberos, uniendo al país e incluso a la oposición en torno suyo. Años después, cuando el huracán Katrina destruyó Nueva Orleans, Bush estuvo simplemente desaparecido. No es que su gestión fuera buena o mala, sino que se mostró distante y no consiguó conectar con su pueblo. Por ello la confianza del país en él quedó muy mermada.

11. La ley del círculo íntimo
- El potencial de un líder lo determinan quienes están más cerca de él. De nuevo podemos recurrir a Obama. No sólo es un gran líder, sino que también se ha rodeado de lo que muchos llaman el ?Dream Team americano?, asesorándose por el hombre más rico del mundo, Warren Buffet e integrando a antiguos rivales de su partido como Joe Biden y Hillary Clinton.

12. La ley del otorgamiento del poder
- Sólo los líderes firmes otorgan poder a otros. No hay que dejar de potenciar el talento de otros miedo a perder el poder. Según Maxwell, el heredero de Henry Ford se rodeó de un equipo con gran talento. Cuando su equipo reflotó la Ford que se hallaba en serias pérdidas, en lugar de apoyarlo, enfrentó a sus integrantes entre sí para evitar que lo eclipsaran. Así Ford, viviendo más de su apellido que de su talento, no fue capaz de arrebatar a General Motors el liderazgo mundial en automoción. Lee Iacocca, director de Chrysler y uno de los genios del marketing señalaba que ?Henry Ford tenía el mal hábito de deshacerse de los líderes fuertes?.

13. La ley de la imagen (o de la coherencia
) - La gente hace lo que ve, o lo que es lo mismo, hay que predicar con el ejemplo. Un buen ejemplo es el que me contó mi amigo José López.: los generales George S. Patton y Erwin Rommel fueron dos de los mejores estrategas del siglo XX , y tenían una cosa en común, ambos actuaban con gran valor (y temeridad) dando órdenes en primera línea de combate. Él luchar hombro con hombro con sus hombres, subía la moral del ejército y hacía que todos les mostraran una lealtad inquebrantable.

14. La ley del apoyo
- La gente apoya al líder, luego al ideal. Ghandi fue capaz de unir a todo su país para luchar por la igualdad con su doctrina de la no violencia. La gente seguía fiel e incondicionalmente a Gandhi, incluso por encima de sus ideas, segun el autor.

15. La ley de la victoria (o de la determinación) - Los líderes siempre encuentran la forma de que gane el equipo. Churchill luchó contra el nazismo incluso desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Cuando todo parecía perdido, Churchill siguió luchando, aunque para ello tuvo que hacer cosas que no le gustaron como aliarse con Stalin.

16. La ley del gran impulso - El empuje es el mejor amigo de un líder. Hay que inspirar, motivar y crear entusiasmo, pero para transmitir algo hay que sentirlo verdaderamente. Muchos equipos de deporte encadenan rachas muy negativas de resultados. Sin embargo un líder con empuje es capaz de cambiar una dinámica negativa en otra positiva, llevando el equipo al éxito.

En 1986 Steve Jobs compró a George Lucas por cinco millones de dólares la compañía de animación Pixar. La compañía pionera en animación digital tardó en coger impulso hasta que nueve años después, recaudó nada menos que 554 millones de dólares con la película Toy Story.

17. La ley de las prioridades
- La actividad no aporta necesariamente el logro. Según Maxwell, cuando estamos ocupados a veces pensamos que vamos hacia algún lugar. Sin embargo cuando hay problemas, mucha gente se dedica a apagar fuegos y poner parches en lugar de enfocarse en la raíz del problema. Priorizar es básico en todos los niveles del liderazgo.

18. La ley del sacrificio ? El liderazgo es muchas veces envidiado, pero el buen liderazgo requiere sacrificio, un líder debe ceder para ascender. Lo que en economía se denomina ?coste de oportunidad?, en algunas ocasiones requiere incluso renunciar a una parte importante de la vida personal. Un líder que abusa de un grupo u organización en provecho propio, no es tal.

19. La ley del momento oportuno
- El momento es esencial: la misma decisión o acción o discurso en momentos diferentes puede ser la diferencia entre un gran éxito o un estrepitoso fracaso.

En la Guerra de Secesión norteamericana, el general confederado Robert Lee tuvo un momentum excelente; sus hombres estaban con la moral alta y bien posicionados. Lee tenía la posibilidad de atacar las tropas unionistas y quebrantarlas. Tras varios días de esperar el momento más oportuno le informaron que el ejército enemigo ya había abandonado su posición, frustrando la estrategia de Lee.

20. La ley del crecimiento explosivo
- Para aportar crecimiento, hay que hacer seguidores; para multiplicarse, hay que formar líderes. Ésta ley puede considerarse una extensión de la ley del tope o de la ley del círculo íntimo. Si el límite de tu éxito es tu liderazgo, tu límite se puede expandir casi indefinidamente si capacítas a otros grandes líderes que trabajen a tu lado. El personaje histórico de Jesús de Nazaret no sólo fue un gran líder. Se rodeó de los 12 apóstoles, que a su vez formaron a muchos otros para repartir por el mundo su mensaje.

21. La ley del legado
- La valía de un líder se mide por su legado para la posteridad. Más importante que el legado que dejan los líderes, es saber que habrá una continuidad para el mismo, nadie debe ser indispensable en un grupo, la misión es más importante que el individuo. La madre Teresa de Calcuta murió, pero además de hacer grandes cosas en vida dejó un gran legado que continuará por generaciones.

Por Alberto López Correa
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"Lo que diferencia a una empresa que tiene éxito de otra que no lo tiene son, ante todos, sus recursos humanos".
-Anónimo-